La flota se preparaba con gran cuidado y esmero desde 4 meses antes del viaje. La carena de los navíos merecía las mayores atenciones.
Primero se empezaba por tratar con fuego todo el fondo y se procedía a retirar la estopa vieja del calafateo. Tras ello se repasaban todos los clavos y uniones, uno a uno, sustituyéndose todo el que fuese necesario. A continuación, se aplicaban cuatro capas de estopa calafateando las junturas.
Se volvía a aplicar fuego al costado para añadir después una quinta capa de estopa. Una vez echo eso, se cubría todo el fondo con negro de brea y sobre el una capa de tela bañada con aceite y azufre entre otras, desde la quilla a la cinta.
Sobre esta una segunda capa de tela y sobre todo lo anterior se procede a aplicar una capa de plomo, fabricado a tal efecto que tiene el grosor del parchemín, sujeto con clavos de cabeza ancha, puestos tantos y tan juntos que al terminar todo el plomo está cubierto. No se termina sin aplicar a todo ello una última capa grasa.
Así se aseguraban de proteger las maderas de tal modo que también pudiesen hacer el viaje de vuelta, lo que no conseguirían de otro modo.
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